La importancia de la figura del portavoz
Nadie duda del hecho de que cualquier idea, por muy simple o falta de contenido que parezca, si va acompañada de una presentación atractiva y creíble, tiene grandes posibilidades de convencer a la audiencia.
James Humes, experto escritor de discursos presidenciales para mandatarios norteamericanos de la talla de George W. Busch, Ronald Reagan o Richard Nixon, entre otros, confirmó esta teoría en su célebre frase: “el arte de la comunicación es el lenguaje del liderazgo”. Y es que no basta con hacer bien el trabajo… hay que saber comunicarlo.
En la sociedad actual, en la que todos estamos interconectados e informados en pocos segundos, donde la aparición de las redes sociales y el internet de las cosas han modificado radicalmente la manera en que construimos nuestras percepciones, un portavoz eficaz es clave para el éxito de la empresa.
Esta figura tiene a su cargo la responsabilidad de transmitir los valores corporativos a través de sus palabras y actos, de esta manera, la imagen que proyecte sobre la audiencia será el reflejo de la compañía a la que representa.
¿A quién consideramos un buen portavoz?
Un buen portavoz será un individuo que transmite conocimiento, seguridad, credibilidad, que lanza mensajes claros y coherentes apoyados por un lenguaje corporal que muestra cercanía, rigor y veracidad.
Por tanto, esta figura debe aunar una serie de capacidades:
Conocimiento del sector y de la empresa: el portavoz debe contar con el know how de la compañía, mostrar que sabe moverse perfectamente entre la competencia, los puntos fuertes y débiles del sector en que se ubica la compañía e incluso prever las tendencias y vaivenes empresariales a los que puede estar expuesta, aportando datos objetivos y contrastables.
Comportamiento verbal y no verbal: no comunica mejor quien emite mayor volumen de información.
- El portavoz debe tener claro el objetivo de la intervención.
- Ofrecer dos o tres mensajes clave que puedan ser considerados titulares.
- Prever la respuesta ante cuestiones controvertidas y polémicas.
- Enriquecer su intervención con ejemplos que ilustren el contenido.
Por otra parte, es necesario manejar con soltura el body language:
- Mantenerse erguido, ligeramente inclinado hacia delante.
- No sobreactuar, gesticular en exceso muestra nerviosismo y, por tanto, una cierta falta de seguridad y transparencia.
- Hablar despacio, evitando gestos forzados. Aún afrontando situaciones de crisis, prima la naturalidad y la cercanía, lo que se traduce en empatía hacia el emisor del mensaje.
Trato con medios: en el caso de una rueda de prensa, o una intervención ante los medios, es importante conocer a cada periodista, la línea editorial a la que pertenece y cualquier dato complementario que ayude a enfocar la respuesta. Lo importante no es la pregunta, lo realmente relevante es lo que se quiere transmitir.
Rapidez y capacidad de improvisación: estrechamente vinculadas a la habilidad que debe tener el portavoz de manejar todas las herramientas a su alcance, estas características se han visto reforzadas por la inmediatez que otorgan las RRSS al lanzamiento de mensajes. La figura del líder de opinión se ha diversificado, por lo que cualquier persona puede publicar y generar debate público.
Recapitulando
DO’s | DONT´s |
Objetivo claro | No dudar |
Conocer a la audiencia | No sobreactuar |
Pocos mensajes, pero contundentes | No abusar de tecnicismos |
Ofrecer titulares | No discutir |
Ilustrar con ejemplos | Evitar el off the record |
Incluir términos de afectividad | Respuestas negativas y evasivas |
Controlar la comunicación gestual y postural | Ofrecer sólo las cifras y datos imprescindibles |
Nota final
Recientemente, hemos tenido oportunidad de comprobar cómo, ante una crisis sanitaria a nivel mundial, gobiernos, empresas, instituciones, e incluso personajes públicos, se han visto encumbrados a la categoría de comunicadores natos difíciles de superar o postergados a la figura conocida como backup person, apoyo en la sombra.
Para llegar a ser un buen portavoz hay que formarse, entrenar, ensayar, innovar, reinventarse, conocer… y contar con una agencia de comunicación especializada, como ACH, que ayude al cliente a conseguirlo.